Al apostar por el autoconsumo, los ciudadanos pueden convertirse en actores activos en la lucha contra el cambio climático, consumiendo energía limpia a la vez que ahorran en su factura de la electricidad y contribuyen a reducir el precio de la electricidad para todos los consumidores. La caída de los costes de la tecnología fotovoltaica hace que el coste de inversión sea más asumible por parte de las familias.
Las viviendas, con una instalación de potencia igual o inferior a 10kW, están exentas del pago del llamado “impuesto al sol”, por lo que no hay ninguna barrera económica al respecto, y las instalaciones son perfectamente legales y viables.
También los ciudadanos que viven en un bloque de pisos pueden ponerse de acuerdo entre ellos para instalar una instalación compartida en la urbanización, lo que beneficiaría todos los inquilinos, reduciendo su consumo de electricidad procedente de la red.
Para las empresas y la administración, la instalación de un sistema de autoconsumo fotovoltaico supone un importante ahorro económico en su gasto energético y los casos más interesantes son aquellos en los que la curva de demanda eléctrica coincide con las horas de producción de energía limpia.
A continuación, presentamos algunos casos prácticos de implementación de una instalación de autoconsumo en diferentes sectores.